La contaminación de pescado por mercurio aumenta.
La contaminación de alimentos por mercurio aumentó sustancialmente durante el año 2013 atendiendo a las 96 notificaciones registradas a nivel europeo, frente a las 68 de año anterior. La presencia de este metal en pescado y otros productos pesqueros sigue siendo la principal fuente de alertas.
Ecologistas en Acción reclama que se ratifique lo antes posible el Convenio de Minamata sobre el Mercurio. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha aprobado una resolución destinada a asesorar y prestar apoyo a los países para que tomen medidas sobre los aspectos relacionados con la salud contenidos en ese acuerdo.
El sistema de alerta rápida para piensos y alimentos (RASFF en sus siglas inglesas) notifica de los riesgos, directos o indirectos, para la salud humana de productos en el mercado europeo. A lo largo de 2013 se registraron 96 notificaciones por mercurio de las cuales 48 casos de superación tienen origen España, principal exportador de pescado a nivel comunitario.
Se alcanzaron valores de hasta 5.6 mg/kg en rodajas congeladas de marrajo (Isurus oxyrinchus), superando con creces el nivel máximo permitido por la normativa comunitaria, entre un 0.5 y 1 mg/kg de mercurio en productos pesqueros.
La situación es más grave aun si se tiene en cuenta que los límites permitidos por la UE no protegen suficientemente la salud, al no tener en cuenta el consumo medio, ni las características corporales de los consumidores. Los máximos permitidos por los expertos de la FAO y la OMS son mucho más restrictivos.
El mercurio es un metal extremadamente volátil que puede ser transportado a grandes distancias una vez se ha emitido a la atmósfera. Una vez se ha depositado en un ambiente acuático, el mercurio se transforma en metilmercurio, una potente neurotoxina, que se acumula en los peces y en los animales y los humanos que los consumen El mercurio es una sustancia tóxica que puede afectar al cerebro y al sistema nervioso; numerosos informes científicos señalan que los seres humanos y los ecosistemas marinos de todo el mundo están contaminados con este metal. Esta exposición puede dañar permanentemente el cerebro y los riñones. Además, el mercurio puede transmitirse de la madre al feto en desarrollo, provocándole daño cerebral, inteligencia reducida o retraso mental.
Ante el riesgo comprobado, España y el resto de los 94 países firmantes del Convenio de Minamata sobre el Mercurio deberían ratificarlo lo antes posible. El tratado establece para todos los países las obligaciones relativas a la minería primaria, a la eliminación progresiva de ciertos usos y productos (pilas, termómetros), al comercio, a las emisiones y a la eliminación de los residuos. Su aplicación en todo el mundo debería llevar a una reducción global de la contaminación y cualquier retraso en su ratificación solo aumentaría las consecuencias en la salud y el medio ambiente.
Ecologistas en Acción aplaude la reciente resolución adoptada por la OMS para asesorar y prestar apoyo a los países para que tomen medidas sobre los aspectos relacionados con la salud contenidos en el tratado del Mercurio que se firmó en octubre del año pasado. Los ecologistas aplauden que la OMS anime a los gobiernos a “firmar, ratificar e implantar cuanto antes el tratado».
El objetivo de este acuerdo internacional jurídicamente vinculante es proteger la salud humana y el medio ambiente de las emisiones antropogénicas de mercurio, para lo que enumera una amplia gama de medidas a tomar a escala mundial. Y por primera vez en un acuerdo ambiental multilateral, una de estas medidas está dedicada exclusivamente a la salud.
El Grupo de Trabajo Mercurio Cero, en el que participa Ecologistas en Acción, presentó una petición a la OMS para que se hagan análisis más frecuentes a los pescados más consumidos (atún, pez espada), recomendaciones para un consumo responsable, seguimientos biológicos y campañas de salud pública.
La protección ambiental y humana contra el mercurio debe incluir medidas inmediatas para prohibir los termómetros y tensiómetros de mercurio, las amalgamas dentales, los cosméticos y antisépticos tópicos y los procesos industriales que utilizan mercurio, como la producción de cloro con tecnología anticuada. Son medidas relativamente simples que pueden atenuar enormemente el impacto de la contaminación.
Ecologistas en Acción