James Lovelock: "El cambio climático no tiene freno. El objetivo de la humanidad es sobrevivir"
James Lovelock ha venido a Barcelona para pronunciar la conferencia Planeta Vida: Coevolución de la Tierra y sus organismos en el Saló de Cent del Ayuntamiento, invitado por el Museo de Ciencias Naturales. Lovelock, de 91 años, es conocido y reconocido mundialmente por su teoría sobre Gaia, según la cual la Tierra es un único sistema en el que los diferentes componentes -vivos y no vivos- interaccionan y se influyen mutuamente; y como un todo tiene sus propias dinámicas. Antes de la conferencia, tanto ante la prensa como de algunos representantes de la comunidad científica, Lovelock ha querido enviar un mensaje claro: la tendencia al calentamiento global es irreversible y sólo nos queda adaptarnos a ella lo mejor posible.
El cambio climático ha sido el tema principal sobre el que Lovelock ha expuesto sus opiniones debido a los requerimientos de periodistas y colegas científicos del IEC con quien ha conversado. Según Lovelock, «no tenemos que hacer enormes esfuerzos para devolver el clima donde estaba antes porque en realidad no estamos en posición de hacerlo. No sabemos. Nuestra principal tarea de cara al futuro es sobrevivir. Y eso pedirá esfuerzos de adaptación a la situación que sea más que de lucha por modificarla «.
¿Y cuál será esta situación? ¿Cuándo se producirá? Estas han sido las preguntas recurrentes ante las que el científico británico ha hecho en todo momento gala de la mejor tradición de su país en el terreno del conocimiento: el empirismo. En este sentido ha manifestado que «el aumento de 5 grados es inevitable pero no creo que nadie esté en condiciones de decir con precisión cuándo se producirá. Podrían ser 100 años, 200 ó 500. No podemos asegurar que a finales de siglo, como muchos dan por hecho, se vaya a producir este aumento, podría retrasarse «.
La explicación en la historia
Lovelock ha dicho que no hace modelos predictivos ni proyectivos, remarcando que «muy a menudo fallan porque hay demasiada complejidad y no se puede prever todo». Ha señalado que su método se basa en la evidencia de la historia de la Tierra sobre la que hay varios registros muy significativos. Siguiendo este hilo argumental ha explicado que el calentamiento de la Tierra no tiene nada de nuevo: «hace 55 millones de años una gran cantidad de CO2 entró accidentalmente en la atmósfera por causas geológicas, cuyo origen desconocemos, y las temperaturas subieron entre 5 y 8 grados globalmente; y pasaron unos 200.000 años hasta que no se volvió a enfriar. No hubo una gran extinción porque todo pasó tan despacio que la vida tuvo tiempo de adaptarse sobre todo emigrando de unas regiones a otras como, por ejemplo, la zona polar que gozaba de 23 grados de temperatura «.
La lección que debemos aprender es que los cambios globales en el planeta son procesos muy lentos que darían tiempo a poner en marcha mecanismos de adaptación, si bien ha reconocido que la acción humana ha introducido CO2 en la atmósfera en mucha cantidad y se ha hecho muy rápidamente; y también que se han destruido muchos ecosistemas naturales que contribuirían a la autorregulación, lo que no sucedió en el pasado.
La premisa es que el sistema Tierra (Gaia) se autorregula. A partir de aquí, la narración de Lovelock sobre lo que ha pasado es diáfana: «Cuando empezamos a emitir más CO2 de la cuenta a la atmósfera, primero la Tierra reaccionó en el sentido de eliminarlo pero se ha emitido tanto que se ha superado esa capacidad de eliminación. Entonces, la respuesta de la Tierra, al igual que hacen todos los seres vivos cuando no pueden asumir la regulación de una nueva situación de inestabilidad, es huir. El planeta está huyendo del estado en que se encuentra hacia una nueva estabilidad que será en conjunto unos 5 grados más cálida que la actual situación «. La conclusión es que estamos ante un proceso imparable.
En definitiva, la Tierra -concebida como organismo- ha sufrido y sufre desequilibrios constantes. En el pasado evidentemente de origen natural y en nuestro tiempo con una contribución destacada de la civilización (artificial) pero, en todo caso, sea por una causa o por otra, el planeta pone en marcha unos mecanismos similares a los homeostáticos que mantienen estables los seres vivos.
Nuestra opción como especie
Ante su propia descripción de la realidad, Lovelock no quiere resignación, sino un pensamiento estratégico que nos permita sobrevivir como especie. Para el autor de la teoría Gaia, nuestra supervivencia no es importante sólo para nosotros mismos sino para el conjunto del planeta, ya que «la inteligencia humana ofrece a Gaia un futuro como el que nunca ha podido tener antes». Ha ejemplificado esta necesidad con la eventualidad del impacto de objetos provenientes del espacio que podría -y de hecho así ha sido en otros períodos- tener un efecto catastrófico pero que gracias a la inteligencia puede ser evitada.
Por otra parte, Lovelock también ha tenido palabras muy críticas por una cierta «estupidez colectiva» denominación que ha confesado que no le gusta mucho decir en público, a pesar de todo. En este contexto es cuando se ha reafirmado en alguna de sus posiciones más polémicas como la defensa de la energía nuclear frente a las renovables, que ha juzgado estimables en determinadas áreas geográficas pero insuficientes en su conjunto para atender las necesidades: » Hoy somos totalmente dependientes de la electricidad y eso hace que no nos podamos permitir interrupciones en el suministro. En el norte de Europa tenemos que tener un suministro fiable y el más fiable hoy por hoy es la energía nuclear. No hay alternativa. Las energías renovables no pueden cubrir este aspecto de ninguna manera y la quema de combustibles fósiles empeora el problema que ya tenemos «, indicó. También ha hecho una valoración negativa de la politización de los temas ambientales que ha contrapuesto al enfoque pragmático que reclama y ha recordado que, entre que se empieza a discutir una cuestión y se resuelve, suelen pasar unos 40 años.
Museos, fuente de conocimiento
El nuevo Museo de Ciencias Naturales de Barcelona que se ubicará en el edificio triangular del Fòrum -El Edificio Azul- tiene una relación directa con James Lovelock. La exposición permanente del museo, Planeta vida, tendrá como eje principal la teoría de Gaia en el que el visitante podrá explorar la Tierra desde sus inicios, durante su evolución, así como ver su estado actual desde esta perspectiva científica. El objetivo es que este museo, que abrirá en el 2011, sea un espacio muy innovador y de referencia. Lovelock se ha mostrado muy satisfecho de haber contribuido a la exposición y ha recordado que él, de niño, aprendió más en las visitas a los museos científicos de Londres que en ningún otro lugar. El científico británico ha dicho con rotundidad que estaba absolutamente seguro de que «el futuro museo de Barcelona se convertirá en uno de los más importantes del mundo».
Lovelock ha dejado la impresión de ser una persona con una gran lucidez que es capaz de distanciarse de todo para tomar la perspectiva adecuada. Así, refiriéndose a las críticas hechas por algunas publicaciones científicas a algunos de sus postulados, ha dicho que no le preocupaban mucho, teniendo en cuenta que la ciencia consistía precisamente en avanzar a partir de los errores. A pesar de sostener repetidamente que la adaptación al cambio climático es el camino no descartó «si las cosas van muy mal» actuar en el campo de la geoingeniería (manipulación del clima de la Tierra según diversas técnicas y métodos) para acabar diciendo -no sin un punto de ironía- que tampoco había que confiar en ellos plenamente.
Por algunas declaraciones recientes sobre la incertidumbre del futuro de la humanidad, Lovelock ha sido tildado de catastrofista. En esta visita a Barcelona no ha negado que «es razonable esperar en algún momento en el futuro que la tierra sea un lugar muy diferente al que es ahora, donde no habrá tanta población como ahora». Sin embargo ha querido recordar que «en otros cambios climáticos del pasado es posible que hubieran quedado en el planeta como máximo unos 20.000 humanos y nosotros ya somos supervivientes, en el sentido de que somos los descendientes de aquellos supervivientes del pasado».
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