Castilla y León, un sumidero de esos muertos
Los estudios genéticos del oso pardo en la Cordillera cantábrica, ponen de manifiesto que la población osera oriental sufre una contante mortandad de ejemplares que la impide recuperarse. El fenómeno no es nuevo, ya que desde hace más de una década, la aparición de osos muertos en Castilla y León se repite permanentemente, asociadas siempre estas muertes a causas condicionadas por el ser humano, especialmente veneno y muertes por disparos.
Los últimos trabajos de identificación genética realizados sobre una buena parte de la población osera cantábrica por el FAPAS, ponen de manifiesto que el fenómeno de la incomunicación entre las dos poblaciones de osos que habitan en la Cordillera Cantábrica no existe.
La identificación mediante análisis genéticos, demuestra que la población oriental cuenta en la actualidad con ejemplares hembras procedentes de la occidental lo que supondría que esa población tiene posibilidades de evolucionar positivamente.
Sin embargo, los trabajos de censo, aunque se localicen hembras reproductoras, indica claramente una situación estancada en la evolución general de la población oriental, que solamente es explicable por la constante mortandad de osos que se produce en los territorios de Castilla y León que anula año tras año el reforzamiento osero que llega al núcleo oriental desde las áreas más próximas situadas en el centro de Asturias, donde la evolución de la población de oso pardo mantiene un constante aumento poblacional.
Clara Casanova | FAPAS