"El 75% de la superficie española puede desertificarse"
La desertificación es un problema que crece en el planeta y en el que la explotación insostenible de los recursos naturales está implicada. Víctor Castillo, científico español que trabaja en la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (UNCCD), destaca la gravedad del fenómeno, que degrada ecosistemas y condena a la pobreza a las personas que la sufren. De hecho, gran parte de las poblaciones del mundo con menos recursos está afectada por la desertificación.
Por ello, resalta Castillo, la labor de instituciones como la UNCCD tiene un doble valor: luchar contra la pobreza y lograr un desarrollo sostenible. En el caso de España, si se atiende a las características climáticas, cerca del 75% de su superficie es susceptible de sufrir desertificación.
¿En qué consiste el fenómeno de la desertificación?
La desertificación es un fenómeno complejo que implica la degradación de tierras en zonas secas y la escasez de agua. Se manifiesta en una serie de síndromes: pérdida de la cubierta vegetal y de materia orgánica, erosión del suelo y disminución de su fertilidad, salinización de tierras y sobreexplotación de acuíferos. La productividad de la tierra y su capacidad para sustentar poblaciones humanas se resienten y la pobreza aumenta. A su vez, induce a una sobreexplotación de los recursos (la pobreza actúa como causa y efecto) y a la migración de parte de las poblaciones afectadas. En este sentido, el problema es aún más grave porque incide sobre territorios frágiles donde vive parte de la población humana con menos recursos.
¿Cuáles son las zonas del planeta más afectadas por la desertificación?
El 40% de la superficie total del planeta está ocupada por zonas secas en donde vive casi el 35% de la población mundial. Entre el 10% y el 20% de estas tierras secas están afectadas por la desertificación. Las zonas más vulnerables son las tierras secas subsaharianas y de Asia central, según el informe sobre Evaluación de Ecosistemas del Milenio. En tres regiones de África, Sahel, Cuerno de África y sureste de África se produce una sequía intensa con graves repercusiones en la población humana cada 30 años.
Algunos expertos han asegurado que España se «africaniza». ¿No es exagerado?
Más bien es una licencia para llamar la atención sobre un problema que en las sociedades más desarrolladas no es tan evidente. El Plan de Acción Nacional de Lucha contra la Desertificación (PAND) estima que un 35% de la superficie española presenta riesgo significativo de desertificación. En concreto, el 2% tiene unos niveles elevados de riesgo, un 15% un riesgo elevado y un 19% un riesgo medio. Si se atiende a las características climáticas, cerca del 75% de la superficie española entra en la categoría de tierras áridas, semiáridas y subhúmedas secas y, por tanto, susceptibles del fenómeno de desertificación.
Son unas cifras preocupantes.
Conviene matizar que no todos los paisajes áridos están sometidos a este proceso. Los científicos distinguen entre desertificación heredada y actual. En la primera los factores que la desencadenaron no están en la actualidad activos. La segunda está sometida a la presión exógena que acelera la degradación. Esta distinción puede ser muy importante para evaluar la reversibilidad o no del proceso y priorizar las medidas de recuperación. Además, los paisajes áridos son elementos indispensables de nuestra biodiversidad que hay que conservar.
Si es un fenómeno tan grave, ¿por qué no se actúa desde que se manifiestan los primeros síntomas?
La ruptura del equilibrio desencadena un lento proceso de deterioro de la capacidad del territorio para sustentar a las poblaciones, pero la sociedad no percibe muchas de sus consecuencias. Más bien al contrario, las poblaciones afectadas pueden experimentar en una primera etapa una mejora en su economía, fruto de la sobreexplotación a los recursos. En muchos casos, los efectos de la degradación se manifestarán una vez superado el umbral de reversibilidad.
¿Cuáles son las previsiones para los próximos años/décadas?
Las últimas previsiones del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) sugieren una expansión de las zonas secas. El incremento de la frecuencia, duración e intensidad de las sequías pueden acelerar las tasas de desertificación e incrementar los efectos sobre las poblaciones. Los aumentos previstos de temperatura pueden exacerbar las pérdidas de humedad por evapotranspiración. Este fenómeno reduciría el agua disponible para la vegetación e incrementaría su fragilidad ante la presión creciente en el uso de los recursos. No obstante, los efectos del cambio climático sobre las tierras secas son complejos y hay incertidumbre sobre su impacto global.
¿Cómo se puede remediar esta situación?
La lucha contra la desertificación necesita una acción decidida de las administraciones públicas, que tienen la responsabilidad de implantar sistemas de vigilancia, seguimiento y alerta temprana, y liderar acciones para la recuperación de las zonas afectadas. Estas medidas deben ampararse con una mayor relevancia del problema en la agenda medioambiental global, y con la concienciación y cooperación de las poblaciones afectadas. La explotación de los resultados de la abundante investigación y su aplicación a la gestión resulta una labor prioritaria.
¿Qué pueden hacer los consumidores?
Asumir que la desertificación es una manifestación del desarrollo no sostenible de las zonas de la Tierra cuya producción está limitada por la falta de agua. Por tanto, el consumo responsable es una herramienta muy eficaz para inducir políticas de desarrollo sostenible. Con ello aumenta la calidad de vida de las poblaciones de las tierras secas y aseguran el mantenimiento de sus recursos naturales.
¿Qué investigaciones se hacen para comprender mejor estos complejos efectos?
Su análisis requiere de diversas disciplinas en el campo de las ciencias naturales y de un enfoque integrado que combine aspectos biofísicos con estudios socio-económicos y antropológicos.
Los edafólogos se quejan de que el suelo es uno de los grandes olvidados en los problemas medioambientales, a pesar de su importancia. ¿En el caso de la desertificación ocurre lo mismo?
La edafología ha sido una de las disciplinas con un papel más relevante en el estudio de la desertificación, en alertar sobre sus efectos y en abogar por la necesidad de medidas para su control. Los conocimientos aportados por ella son hoy en día imprescindibles para su evaluación y seguimiento, el establecimiento de indicadores de alerta temprana o el diseño de medidas basadas en el manejo sustentable de los recursos de suelo y agua.
Perfil biográfico de Víctor Castillo
Víctor Castillo (Murcia, 1961) es Dr. Ingeniero de Montes por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM) y Profesor de Investigación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). En la actualidad trabaja como Oficial de Programa en la Unidad de gestión del Conocimiento, Ciencia y Tecnología de la Secretaria de la UNCCD en Bonn (Alemania).
Fuente_Consumer