La curiosa conducta sexual de las hembras de piquero pardo
Entre los estudios publicados destaca uno realizado por cinco investigadores del equipo dirigido por Natalia Gañán, del Departamento de Ecología Evolutiva de la Universidad Nacional Autónoma de México, que revela una curiosa conducta en el piquero pardo (Sula leucogaster): las montas inversas que realizan las hembras promiscuas de esta especie de ave marina de la familia de los alcatraces. Esto significa que, durante el cortejo, son las hembras las que montan al macho. Los investigadores comprobaron que el 12% de las parejas observadas (4 de 33) tuvieron esta conducta, además de estudiar otros parámetros relacionados con el cortejo. Así, comprobaron que las hembras que realizaron montas inversas fueron más infieles que aquellas que no mostraron este comportamiento, y los machos emparejados con hembras que realizaron monta inversa tuvieron una mayor probabilidad de copular con otras hembras distintas. Sin embargo, la probabilidad de puesta de las parejas que realizaron ambos tipos de cópula no difirió. Según los investigadores, la función de esta conducta y los mecanismos que modulan las montas inversas en las hembras promiscuas necesitan estudiarse más a fondo.
Alberto Velando, de la Universidad de Vigo y miembro del Comité Científico de SEO/BirdLife, explica que en muchas especies de aves se han documentado casos en los que las hembras montan a los machos, “pero la función de este comportamiento es un misterio”. “Al ser una conducta muy poco frecuente, tradicionalmente se había considerado como una conducta aberrante. El artículo publicado en Ardeola por el equipo liderado por Natalia Gañán describe la monta inversa en el piquero pardo y encuentra que está asociada a la conducta promiscua de la hembra. Este es el primer trabajo que halla diferencias entre las hembras que realizan montas inversas y las que no”, explica este investigador experto en aves marinas.
Un estudio previo en otro Pelecaniforme, el cormorán moñudo, realizado por Jose Eugenio Ortega Ruano y Jeff Graves en la Isla de May (1991, Condor) había documentado un alto porcentaje de montas inversas en el periodo de formación de pareja. “Muchas especies de Pelecaniformes tienen un apareamiento promiscuo, en el que un macho y una hembra forman una pareja, y ambos incuban y crían a los pollos, pero es frecuente que copulen con otros individuos”, indica Velando.
Las observaciones realizadas por Natalia Gañán y su equipo señalan que las hembras que realizan montas inversas además cortejan con machos que no son su pareja. Los investigadores sugieren que un alto nivel de testosterona podría explicar la asociación entre la conducta promiscua y las montas inversas. ”En pelecaniformes, los mecanismos que regulan los cambios de pareja y las copulas extrapareja no son muy conocidos, tal vez la monta inversa refleje un conflicto de la pareja. Este trabajo señala claramente que las montas inversas no se producen al azar, por lo que necesitamos prestarle más atención a este comportamiento para desentrañar su significado”, concluye Velando.
Conducta sexual en otras especies
En España también hay especies que muestran curiosos comportamientos de emparejamiento. En el quebrantahuesos, por ejemplo, no es raro que en los Pirineos se reproduzca formando tríos poliándricos, como han señalado Heredia y Donázar (Biological Conservation,1990). Incluso hay un caso de cuarteto identificado por Margalida et al., (Ecología,1997). Según diversos autores, los factores que han propiciado este fenómeno todavía no han sido identificados, aunque podría estar más relacionado en conseguir un territorio de calidad y la posibilidad potencial de heredarlo que en adquirir inicialmente opciones reproductoras que les obligue a establecerse en áreas marginales menos óptimas. Como contrapartida, los machos dominantes pueden verse beneficiados por la colaboración de los subordinados en las tareas reproductoras, reduciendo de esta manera su coste reproductivo. Así, se han observado dos tipos de apareamiento en grupos poliándricos: los heterosexuales, donde los machos intentaban copular con las hembras; y los homosexuales, en los cuales los machos interaccionaban (montas) sexualmente entre sí.
Por su parte, Juan Calos Atienza, coordinador del área de Conservación de SEO/BirdLife, considera que probablemente las cópulas inversas sean más comunes de lo que se piensa, pero han sido muy poco estudiadas. ”Este tipo de estudios demuestran que es un error considerar que todos los individuos de una misma especie hacen lo mismo y refuerza la necesidad de considerar el carácter individual de los animales a la hora de estudiar la ecología de las especies. Este carácter individual es el que hace, por ejemplo, que una pareja de águila imperial se mantenga en su nido pese a que construimos una carretera en su proximidad cuando la mayoría de los ejemplares de su especie lo hubieran abandonado”, indica Atienza. “Es importante que haya revistas de reconocido prestigio, como Ardeola, que publiquen este tipo de estudios que nos ayudan a conocer mejor el comportamiento de las aves”.
Agustín Carretero | SEO/BirdLife